Oasis: agua bendita
Brotes de vida en medio del desierto, los oasis son una postal de Egipto que no debe faltar en ningún plan de viaje. Al oeste del Nilo, en el Desierto Occidental, prolongación del Sahara, están dispuestos en un amplio arco que se extiende hasta El Cairo.
Oasis de Siwa
Los oasis más conocidos y visitados de Egipto están unidos por una pista de 1 000 kilómetros que zigzaguea en el mapa. Uno de los más grandes y atractivos de ellos es el de Siwa, de 80 kilómetros de longitud. Hay allí afloramientos de piedra caliza, manantiales de agua mineral y dos lagos de agua salada. Su población vive del cultivo de dátiles y aceitunas. Cerca de allí, en el centro de Chali, se erigen las ruinas de un antiguo pueblo, destruido por las lluvias diluvianas en el siglo XIX. Algunas de sus fuentes redondas datan de la ocupación romana, mientras que otras fueron construidas recientemente para el riego de los jardines. Desde allí, un camino lleva hasta el templo de Amón, en el que Alejandro Magno consultó el oráculo.
Necrópolis de Balat, Dajla
Dajla es otro de los oasis turísticos de Egipto. Sus palmerales y sus huertos han sido fuente de vida para sus habitantes, distribuidos en diez pueblos de los cuales Mut es el más importante. Desde allí, algunos paseos conducen a lugares como el pueblo abandonado de el-Qasr, la necrópolis de Balat, el templo de Deir el-Haggar o los restos faraónicos de Musawaka.
El oasis de Jarga también cuenta con sitios arqueológicos: el templo de Hibis, que guarda las huellas de la ocupación persa de Egipto, y el cementerio cristiano de Bagawat, ubicado en la falda de una colina. Sus tumbas más antiguas datan del siglo V, y sus muros conservan pinturas que representan escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento.

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