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El desierto azul, el lugar de la paz

En el año 1979, un Tratado de Paz entre Israel y Egipto puso fin a un período de tres décadas de hostilidades. Varios elementos componían este texto tan esperado, y entre ellos se contaba la retirada de Israel de la península del Sinaí, algo que se hizo efectivo en 1982.

Las huellas de este tratado quedaron impresas en diversos lugares, en dimensiones muy diferentes. Una de ellas fue la artística, y el lugar elegido fue el desierto del Sinaí. Ubicado a medio camino entre el oasis de Dahab y el Monasterio de Santa Catalina, el hoy conocido como Desierto Azul es una obra realizada por el artista holandés Jean Verame, entre los años 1980 y 1981.

Diez toneladas de pintura y doce largas semanas de trabajo dieron como resultado una postal de belleza peculiar, que levantó bastante polvareda en el desierto. Doce sectores rocosos, seleccionados sobre 80 kilómetros cuadrados, fueron cubiertos de un azul brillante que hasta el día de hoy permanece como símbolo de la llegada de la paz entre dos pueblos.

Los ecologistas no se mostraron muy a favor, según se supo, pero Verame defendió su obra desde la voz de los beduinos: “lo aman. El color azul, dicen, ahuyenta el mal de ojo”. Tales fueron sus declaraciones, y lo cierto es que en la actualidad el Desierto Azul es un lugar que no puedes dejar de visitar cuando pongas tus pies en el Sinaí.

Sin embargo, se dice que lo más fabuloso de estos parajes no es la pintura azul que cubre las rocas, sino el escenario natural que las rodea. Flores coloridas y esculturas naturales de granito, erosionadas y moldeadas por los años, componen unas vistas encantadoras del lugar.

Por uno u otro motivo, el valor de estas tierras se compone hoy de su atractivo innato y de la importancia histórica que reviste. Como pieza artística es también un sitio interesante que recorrer.

Foto Vía: Zona Viaggi