Amarna, la ciudad de Akhenaton
El Amarna es el nombre moderno de la antigua ciudad de Akhetaton, voz egipcia que significa “el horizonte de Atón”. Fue fundada por Akhenatón, el faraón que pasó a la historia como el rey monoteísta de Egipto, y por tanto un personaje herético y controvertido.
Al momento de su fundación, Akhetaton era la capital del reino, y el centro de culto del dios Atón, la deidad solar elegida por el faraón para rendir devociones. Habían pasado ya unos cinco años desde que había accedido al poder, cuando una inspiración divina lo hizo elegir aquel sitio para establecer su capital.
Casi unos 590 kilómetros alejan a la actual Amarna con El Cairo, la capital del Egipto de hoy. Sin embargo, bien vale el viaje hasta allí sólo por contemplar los monumentos que se mantienen en pie desde la época de Akhenatón.
La ciudad central, como se conoce al casco más antiguo de la urbe, está atravesado por numerosas calles, de las cuales pueden observarse rastros hasta nuestros días. La más importante de todas ellas es el Camino Real, nombre moderno de un paso que tiene sus orígenes en la época faraónica.
El Camino Real conduce desde el extremo sur de la ciudad meridional hasta la Ciudad Central. En el recorrido, pueden verse el Palacio Oficial y el Edificio Estatal del Reino. Sobre el final, la ruta comienza a ensancharse hasta convertirse en un puente que guía hasta la fachada principal del Gran Templo.
El Gran Templo fue el sitio de culto por excelencia dedicado a la deidad Atón. Pero no fue el único. También se edificó un Pequeño Templo de Atón. Ambos tienen las características propias de los templos solares, que pueden verse en otros templos de Akhenatón, como los que construyó en Karnak.
Foto Vía: Narmer

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