Jan al-Jalili, el mercado mas famoso de El Cairo
El mercado más característico de El Cairo se llama Jan al-Jalili. El bazar es un lugar lleno de tradición, donde el ajetreo y el regateo son continuos. Uno de los lugares más populares de la ciudad, donde, desde hace cientos de años, egipcios y turistas se mezclan entre los miles de puestos. Porque allí nadie se siente extraño. En unas cuantas calles, se hablan todos los idiomas del mundo habidos y por haber.
Unos, van directos a los tenderetes para “guiris”, otros, buscando los “establecimientos” de comida o de elementos de decoración para su casa. Pero todos se cruzan en ese punto neutro, al-Jalili. Y es que allí podemos encontrar casi cualquier cosa. Desde pañuelos o tocadiscos antiguos, a tambores africanos (yembes) o alfombras varias. Además, por supuesto, de todo tipo de souveniers, para los miles de extranjeros que lo visitan cada año.
Decido adentrarme en el bullicio incesante de formas, colores, olores y sensaciones vitales que supone recorrer el mercado. Al poco de entrar, los vendedores del lugar me confiesan su afición por los pin-ups (chapas) de mi mochila. Según me cuentan, no se venden en Egipto. Por eso, a cambio de una de ellas, uno me ofrece descuentos en sus productos. Llega incluso a ofrecer una de sus pulseras a cambio. Pero no va a poder ser.
Mientras respondo negativamente a la oferta hecha por mis pin-ups, veo llegar a un grupo de chicas americanas cargadas de bolsas a reventar. El dueño del puesto anterior, sonríe. No es para menos. Las oigo decir en inglés, que se han gastado en la última tienda algo más de 100 libras egipcias. Y claro, allí, eso es una bastante pasta.
Sigo callejeando por este mercado de El Cairo y descubro un bazar creado por un catalán hace más de 20 años. La tienda, que se llama “Jordi” (al igual que él) es famosa entre los españoles que vienen aquí. Ofrece todo tipo de souveniers que, como el mismo nos confiesa con su acento barcelonés, “son chorradas, como todo lo que se compra en los viajes”.
Cansado de tanto ajetreo, decido sentarme en alguna de las terrazas de los alrededores. Es interesante comprobar como, mientras uno se toma un té, el trapicheo de vendedores y viandantes no se detiene. Porque, entre risas, se oye a un par de vendedores gritar ¡Catalanes, tacaños…!, a un grupo que, a juzgar por su acento maño, no parece precisamente de Cataluña.
Pero eso es Jan al-Jalili, un lugar fantástico en el que perderse…o en el que encontrarse. Depende de ti.

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