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La figura del escriba en el Antiguo Egipto

Los escribas suponen una figura trascendental en el Antiguo Egipto, no sólo debido a que gracias a ellos el hombre moderno ha podido descifrar tan compleja y misteriosa civilización. También debido a que sin ellos, el funcionamiento del aparato estatal en el Antiguo Egipto hubiera sido imposible.

¿Pero quiénes eran los escribas? Eran hombres cultos. Personas capaces de leer, escribir y contar. Hombres que se habían formado durante su vida y cuya única misión era transmitir las órdenes de los faraones, anotar y controlar, entre otras, las actividades económicas. Todo pasaba por ello, por este motivo estaban bastante vinculados al palacio del faraón. No obstante, también era posible encontrar escribas independientes.

En la vida diaria eran personas que no aparentaban su gran importancia. Contaban con un atuendo más bien humilde, con faldas de lino o algodón. Aun así, este atuendo no debía conducir a engaños, los escribas eran una casta especial. Eran gente que se encargaba de absolutamente todos los departamentos de la administración del estado.

Es cierto que al final del antiguo Egipto las escuelas de escribas eran accesibles a todo el mundo. No obstante, al principio, los escribas eran escogidos entre aquellas personas privilegiadas que habían estado formándose en torno a la familia real. Además, era un privilegio que solía pasar de padres a hijos, siendo uno de los trabajos más respetables del Antiguo Egipto.

Los escribas comenzaban su educación desde los cuatro o cinco años hasta los diecisiete, aproximadamente. Durante este tiempo, tenían una dura carrera aprendiendo la escritura jeroglífica e hierática, así como gramática. Además, en estas escuelas, los escribas también se formaban en otras materias como derecho, historia, geografía y contabilidad. Eran los eruditos del Antiguo Egipto, sin duda alguna.

A la pregunta de si habían escribas mujeres por aquellos días, lo cierto es que no era lo común. Aun así, hubo algunas mujeres que aprendieron a leer y a escribir. No obstante, estas mujeres sólo aprendieron estas artes por puro placer, no para ejercer ningún trabajo.

No todos los faraones eran personas que sabían leer y escribir. Este dato sorprende muchísimo, pues en algunas épocas, los faraones dictaban normas que posteriormente ellos mismos no podían leer. No obstante, hay muchos otros que hicieron su propio trabajo de escriba, como pueda ser Ramsés III del que se dice fue el escritor del papiro Harris I, el cual estaría dedicado a su hijo Ramsés IV.